7.4.10

RECOMENDACIÓN LITERARIA : BLANCO COMO LA NIEVE, ROJO COMO LA SANGRE

Blanco como la nieve, rojo como la sangre!!
La furia, la pasión, el amor y la desdicha; todo ello, y también la soledad, cabe en esta inmensidad llena de secretos y preguntas llamada adolescencia. Una prodigiosa novela que nos lleva al reencuentro con aquel joven que fuimos y que sigue viviendo en nuestro interior.

«Una historia conmovedora.» Corriere della Sera

«¿Por qué leerlo? Porque lo tiene todo: el estilo impactante y el encanto de una historia de iniciación a la vida.» La Repubblica

«Una representación de la adolescencia que, por una vez, no es ni banal ni catastrofista. Bajo muchos aspectos, un libro diferente.» Avvenire

El silencio es blanco. De hecho, el blanco es un color que no soporto.
Es que el blanco ni siquiera es un color. No es nada. Una nada sin palabras o sin música.
En silencio: en blanco.

Silvia es azul, como todos los amigos de verdad. Contemplo el azul de sus ojos: un mar enel que se puede naufragar sin morir, en cuyo fondo siempre hay paz, incluso cuando hay tormenta en la superficie.

Beatrice es rojo. Tempestad. Huracán que arrastra. Terremoto que te deja el cuerpo hecho trizas. Así me siento cada vez que la veo. Sin el reflejo rojo de su pelo los días me parecen más vacíos. Un día de estos le diré que ella es la persona perfecta para mí… y yo para ella.

El amor es rojo. Rojo sangre. Y sin sangre no hay vida. Siempre me he preguntado por qué el amor y la sangre son del mismo color. Ahora ya lo sé.

Leo vive en pleno torbellino de la adolescencia. Es un chavo como tantos, con esa melena ingobernable, su motocicleta y sus amigos del instituto, su Ipod y sus tacos, su jerga y sus chistes y sus pocas ganas de estudiar. Nos habla con esa voz suya, desenfadada, llena de gracia y de desatinos, de contradicciones y de ramalazos de genialidad y autenticidad.

Para todas las emociones Leo tienen un color. El blanco es la ausencia, la soledad y la pérdida. El azul es el color de la amistad y es el color de los ojos de Silvia, su mejor amiga, leal, serena y su apoyo constante. El rojo, en cambio, es el color del amor, de la pasión, de la sangre; rojo es el color de los cabellos de Beatrice. Porque Leo tiene un sueño y se llama Beatrice, aunque ella todavía no lo sabe.

Su vida es un universo en clave en el que irrumpe un nuevo «profe» de literatura –trasunto indudable del autor de esta novela– que se empeña en transmitirl una pasión, una voluntad de despertar, de estar siempre atentos y de persistir.

La actitud de este profesor cargado de sabiduría y, al mismo tiempo, de inagotables ansias de aprender, será la llave para abrir el angustiado corazón de Leo.

Esta es la historia del amor ideal y del amor que finalmente experimentará este muchacho en busca de un sueño que, como le dice su «profe», no lo sería si no estuviese rodeado de obstáculos.

Sin enseñanzas, sin moralejas. Leo transita por un camino ejemplar.

Blanca como la nieve, roja como la sangre es la historia de un formidable aprendizaje: la valentía para plantarse ante la más cruda realidad –la proximidad de la muerte, el final de lo que nunca pudo ser–, para preguntarse de qué color es la vida cuando se extingue y por qué las lágrimas a veces pueden contener la pena más profunda y, al mismo tiempo, la mayor felicidad.


«Una novela que cuenta magníficamente una fase de la vida conocida por todos: el instituto, los primeros amores, las primeras tristezas y los proyectos de futuro. Blanca como la nieve, roja como la sangre es una novela de formación sentimental.» Vanity Fair
  

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